Durante el invierno, las cáscaras de mandarina pueden convertirse en un recurso útil para tu casa si las dejás secar al sol. Sirven para perfumar ambientes, hacer infusiones, repeler insectos y hasta decorar. Te contamos cómo aprovecharlas al máximo.
Por qué no deberías tirar las cáscaras de mandarina: el truco casero para darles un nuevo uso
El invierno trae consigo el consumo masivo de cítricos, y entre ellos, la mandarina es una de las frutas más elegidas por los argentinos gracias a su sabor dulce, su precio accesible y su alto contenido de vitamina C. Pero lo que muchos desconocen es que las cáscaras de mandarina también pueden ser aprovechadas en el hogar, siempre que se sequen correctamente al sol.
Este sencillo proceso natural permite conservar tanto el aroma cítrico como las propiedades de la cáscara. Lo primero es lavarlas bien para eliminar restos de suciedad o pesticidas, y luego cortarlas en trozos pequeños si se desea acelerar el secado. Solo hay que colocarlas sobre un trapo o bandeja limpia en una zona con buena ventilación y dejarlas expuestas al sol durante algunos días. El tiempo puede variar según el clima, pero en general el secado es rápido.
Una vez secas, las cáscaras deben guardarse en un recipiente hermético en un lugar fresco y oscuro. Así se conservarán durante semanas o incluso meses, listas para distintos usos dentro del hogar.
¿Para qué sirven las cáscaras de mandarina secas?
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Aromatizar ambientes: colocadas dentro de bolsitas de tela, las cáscaras desprenden un perfume natural ideal para habitaciones, placares o baños.
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Infusiones caseras: agregadas al agua caliente junto al té o hierbas, aportan un sabor cítrico y refrescante, perfecto para los días fríos.
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Repelente de insectos: su aroma también actúa como repelente natural, especialmente útil cerca de ventanas o entradas.
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Decoración rústica: por su color y textura, se pueden usar en centros de mesa, velas artesanales o adornos naturales.
En vez de tirarlas, reutilizar las cáscaras de mandarina es una opción económica, ecológica y práctica que suma valor al consumo cotidiano de esta fruta. Solo hace falta un poco de paciencia y sol para transformarlas en un recurso útil y versátil.