¿Qué dice la ciencia sobre la copa menstrual?

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En los últimos años se ha popularizado mucho el uso de la copa menstrual como alternativa a los tampones y compresas, y cada vez son más las mujeres que se decantan por este método.

La copa menstrual no es más que un recipiente flexible de material hipoalergénico que se introduce en la vagina para recoger los fluidos de la regla y que, con una adecuada higiene, se puede utilizar durante varios años. En la web se encuentran multitud de artículos hablando de las ventajas y desventajas de la copa menstrual, así que hemos querido ir un poco más allá y buscar estudios científicos al respecto.

Aunque parezca sorprendente, pues este invento se ha puesto de moda hace poco tiempo, la copa menstrual se usa desde hace más de 80 años, y de hecho nos encontramos con trabajos médicos bastante antiguos que ya exploran las ventajas de su uso. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Obstetrics & Gynecology en 1962 la presenta como una buena alternativa para evitar las infecciones vaginales por Trichomonas vaginalis y otras molestias causadas por los tampones. Tres años antes, la misma publicación también incluía un trabajo con indicaciones para un uso correcto de la copa menstrual.

También son numerosos los estudios que comparan la incidencia del famoso síndrome de shock tóxico en tampones y copa menstrual. Mientras que hay muy poca posibilidad de encontrar la toxina responsable de la enfermedad en las copas menstruales, en el caso de los tampones depende mucho de los materiales con los que se hayan fabricado. Parece, eso sí, que en los últimos años se ha avanzado mucho en este tema: ya se sabe qué tipo de fibras presentan más riesgo, de forma que la composición de los tampones actuales garantiza una mayor protección frente a la enfermedad.

Ideal para estudiar la endometriosis
Más allá de las recomendaciones médicas sobre su uso, la copa menstrual se presenta como una buena oportunidad para estudiar la composición de los fluidos que expulsamos durante la regla. Al limitarse a recogerlos, estos permanecen inalterados, ya que no se mezclan con otras sustancias como sucede con los tampones y compresas absorbentes. Un trabajo publicado en la revista Fertility and Sterility en 1997 indica que las muestras recogidas con la copa menstrual son viables incluso cinco días después, y expone que «contienen tejido endometrial que puede ser utilizado para análisis in vitro de endometrio y endometriosis».

Alternativa en países con pocos recursos
Las compresas y los tampones son un producto de lujo, y en muchos lugares del planeta las mujeres que no pueden costearlos aún se protegen con paños o telas cuando tienen la regla, una solución incómoda y que conlleva bastantes problemas de higiene y salud. Por eso, la copa menstrual podría ser una buena solución para ellas: se puede reutilizar y es más sencilla de lavar que los paños.

Sin embargo, una de las desventajas de la copa menstrual es que se trata de un método bastante desconocido y que requiere de un cierto aprendizaje para acostumbrarse a su uso, además de que en muchas culturas aún hay ciertos tabúes con los temas relacionados con la menstruación. Por eso, parece arriesgado ‘lanzarse’ a repartir copas menstruales entre la población sin conocer primero cuál será el grado de aceptación.

Un trabajo publicado en 2012 en el Journal of the Economic European Association describe un estudio realizado al respecto con niñas de cuatro escuelas de Nepal, y encontró un efecto muy curioso: dos meses después de haber distribuido las copas menstruales, muchas niñas con amigas que ya habían empezado a usarlas de forma habitual se animaban también a ello, lo que sugiere que es mejor probar a introducirlas gradualmente para ir creando ese ‘efecto contagio’.

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