El ciberataque a nivel internacional que se produjo el viernes pasado afectó en China durante el fin de semana a unas 30.000 organizaciones y empresas.
Más de 20.000 gasolineras del gigante petrolero chino CNPC se quedaron sin conexión a Internet, por lo que los clientes solo podían pagar en efectivo.
Además, universidades y otras instituciones educativas estaban entre las más golpeadas, con en torno al 15% de las direcciones IP atacadas, según la agencia oficial Xinhua News Agency. Estaciones de tren, servicios postales, gasolineras, hospitales, edificios de oficinas, centros comerciales y servicios del gobierno se vieron involucrados.
Las autoridades llamaron hoy a los ciudadanos a aumentar la protección de sus computadoras, descargándose software de seguridad o actualizando los programas con los que ya cuenten, según un comunicado de la oficina de ciberseguridad de Pekín.
A su vez, en Japón la empresa tecnológica Hitachi informó hoy que como consecuencia del ciberataque había problemas con el envío y recepción de emails y la apertura de archivos adjuntos. Aún se investiga cuántas computadoras se vieron afectadas pero parte de los sistemas paralizados ya fueron recuperados.
El gobierno no encontró impacto entre agencias del gobierno, aunque empresas como Hitachi y Nissan Motor Co. reportaron problemas que no habían afectado de forma grave sus operaciones.
Indonesia llamó a sus autoridades y empresas a tomar medidas de protección. «En vista de este ataque mundial hay que actuar rápido», dijo el ministro de Comunicaciones y Tecnología de la Información en Yakarta. En la capital se vieron afectados dos hospitales.
Por su parte, Tailandia informó que el ataque no tuvo grandes consecuencias en el país pero que en la capital, Bangkok , no funcionaban varios carteles digitales, que en vez de la publicidad programaba mostraban otras cosas.
La extensión del cibernético es algo que se esperaba, dado que con el comienzo de la semana y la llegada de los empleados a sus puestos de trabajo podía traer novedades al respecto.
La campaña de extorsión creó caos en 150 países y podría seguir causando estragos con la aparición de versiones más dañinas. El ataque inicial, que empleó un software conocido como «WannaCry», paralizó las computadoras que gestionan la red de hospitales públicos británicos, el sistema nacional de ferrocarriles en Alemania y docenas de empresas y agencias del gobierno en todo el mundo.
El ataque afectó a computadoras que gestionaban fábricas, bancos, agencias gubernamentales y sistemas de transporte en Rusia, Ucrania, Brasil, España e India.
El software secuestra las computadoras al congelarlas, mostrando una ventana roja con el mensaje «¡Ups, sus archivos han sido cifrados!» que reclama dinero en bitcoins, una moneda virtual, de 300 dólares al principio y 600 dólares más tarde para que no borre los archivos horas después. Basta que una persona de una organización haga clic en un archivo adjunto infectado o un enlace afectado para que todas las computadoras de la red se infecten.