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Sergio Massa negocia a contra reloj flexibilizar las exigencias del FMI para cerrar un nuevo acuerdo

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La Argentina no tiene los fondos necesarios para cumplir con los próximos vencimientos del organismo multilateral. El equipo económico demora el viaje a Washington hasta mañana.

Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) entran en horas decisivas. A 20 días del vencimiento del plazo para pagar US$2600 millones, el Gobierno no tiene los fondos y busca estrategias para lograr que el organismo acepte redefinir el acuerdo.

En Washington ya saben que, por la sequía extrema y la caída de la recaudación, Sergio Massa no tiene margen para cumplir con las condiciones actuales del acuerdo en este trimestre. Es por eso que el FMI exige un salto del tipo de cambio oficial y acomodar otras variables para que el país pueda alcanzar las metas. Por más de que el ministro de Economía recorte el gasto, el déficit se hace imposible de cerrar.

La semana pasada, el Palacio de Hacienda postergó los tres pagos previstos para julio -U$S1294 millones para el 9 de julio, US$647 millones para el 14 y US$680 millones para el 28- en un intento por ganar el tiempo suficiente para alcanzar un entendimiento con el organismo y conseguir un desembolso para compensar ese vencimiento.

Esta es la segunda vez que el Gobierno decide aplazar los pagos con el Fondo, ya que en junio retrasó dos compromisos por US$2700 millones que se abonaron a fin de mes. La peculiaridad en junio fue que el pago se hizo en parte con yuanes provenientes del swap con China.

En el Palacio de Hacienda se resisten a aceptar abiertamente las exigencias del Fondo en plena campaña y por eso Massa demora el viaje de sus funcionarios a Estados Unidos.

Desde el punto de vista económico, aceptar una devaluación entrañaría peligros para una economía frágil. Pero con una inflación altísima, que empieza a acercarse al 150% anual, el riesgo de que los índices de disparen sería enorme. Esto, claro, sumado a las consecuencias que traería aparejadas en los números de empleo y pobreza.

La ecuación tampoco cierra desde lo político: para Massa esto equivaldría a precipitar una crisis económica aún mayor y sentenciaría a muerte su candidatura y el proyecto de la fuerza que lidera, Unión por la Patria.

Pese a las complicaciones, es muy probable que la negociación se concluya hacia el fin de semana con un viaje a Washington del viceministro Gabriel Rubinstein y el jefe de asesores Leonardo Madcur. A contra reloj. Sólo así la Argentina podría obtener un waiver (un perdón del organismo por los incumplimientos) o los Derechos Especiales de Giro (DEG) que necesita para pagarle al propio FMI.

La intención de Massa es conseguir un “préstamo puente” que le permita al Gobierno llegar con dinero suficiente a diciembre y evitar cualquier tipo de corrida: en el Palacio de Hacienda saben que la estabilidad cambiaria en meses de elecciones depende de conseguir el adelanto de esos desembolsos.

En caso de que el acuerdo se caiga, Massa tiene un as bajo la manga: recurrir otra vez a los yuanes del swap con China.

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