Corea del Sur celebra este lunes el último día de campaña de unas elecciones presidenciales marcadas por el caso de corrupción que forzó la destitución y detención de la conservadora Park Geun-hye y la tensión regional provocada por las pruebas misilísticas norcoreanas y la presencia militar de Estados Unidos.
Las elecciones de este martes fueron convocadas de urgencia, luego de que el Tribunal Constitucional confirmara en marzo la destitución de Park y provocara un vacío de poder que conmocionó a la cuarta economía de Asia.
En ese contexto, el liberal Moon Jae-in, que encabeza la intención de voto, participó hoy de un acto en Busan (segunda ciudad del país y lugar clave al ser considerado un fortín de los conservadores), antes de realizar paradas en las ciudades de Daegu y Cheongju (centro) y poner punto final a su campaña en Seúl.
El candidato del Partido Democrático (PD) lidera las últimas encuestas (realizadas el pasado miércoles, puesto que la ley electoral no permite sondeos en los últimos cinco días de campaña) con una intención de voto del 42,4 por ciento.
Le siguen el centrista Ahn Cheol-soo, del Partido Popular, y el conservador Hong Joon-pyo, del Partido de la Libertad (el de la ex presidenta Park), que se sitúan más de 20 puntos por detrás, empatando con un 18,6 por ciento de apoyo.
Según muchos analistas, Moon ha ampliado su brecha con Ahn, que llegó a estar casi empatado al inicio de campaña, debido a que el centrista, tradicionalmente más inclinado a la izquierda, realizó propuestas buscando seducir al flanco conservador, destinado a ser el gran perjudicado en estos comicios por el caso «Rasputina».
El 10 de marzo pasado, el Tribunal Constitucional de Corea del Sur aprobó la destitución de la presidenta Park, por su implicancia en el mayor escándalo de corrupción del país en décadas, que provocó la masivas movilizaciones de protestas.
El escándalo, sacudió los cimientos políticos y económicos de Corea del Sur e indignado a sus ciudadanos, que durante meses se manifestaron pidiendo el cese de la ex mandataria.
Park, que está en prisión preventiva desde marzo y encara ahora penas hasta de cadena perpetua, está acusada de crear una red de tráfico de influencias con su amiga Choi Soon-sil, conocida como la «Rasputina» por su influencia sobre la ex presidenta.
A través de la trama, ambas habrían obtenido sobornos de al menos tres grandes empresas -entre ellas Samsung, cuyo presidenta también está encarcelado- por valor de unos 50 millones de dólares a cambio de obtener un trato de favor.
El caso ha terminado por suponer la primera destitución de un presidente y el primer adelanto electoral en Corea del Sur desde que el país recuperó la democracia en 1987.
Por otra parte, los persistentes ensayos de armas de Corea del Norte, que junto a la dialéctica endurecida de Estados Unidos han disparado la tensión en la península en los últimos meses, parecen motivar a un creciente número de surcoreanos a apostar por Hong -cuyo partido promete mano dura con Pyongyang- pese al escándalo «Rasputina».
Y es que según las encuestas, el conservador ha remontado 8,6 puntos en el último mes (lapso en el que Corea del Norte lanzó tres misiles) hasta empatar con Ahn, informó la agencia de noticias EFE.
Aún así quedaría muy lejos del 51,6 por ciento de los sufragios que se llevó Park en 2012, cuando se convirtió en el jefe de Estado elegido con mayor volumen de apoyo en la historia del país.
Por su parte, Corea del Norte ha querido precisamente captar hoy de nuevo la atención mediática en el último día de campaña con un editorial en su diario estatal, el Rodong Sinmun.
En el texto, Pyongyang aboga por acabar con la confrontación entre las dos Coreas y abrir una «nueva era de reunificación» sin la presencia del partido conservador surcoreano en el poder, donde se ha instalado en los últimos diez años, una década en la que los lazos intercoreanos se han deteriorado enormemente.
Ambos países siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que los enfrentó entre 1950 y 1953 acabó con un alto el fuego en vez de un tratado de paz.