Nunca es tarde para convertir un sueño en realidad, y la historia de Amy Cratón es la prueba de que con esfuerzo y ganas muchos de nuestros objetivos en la vida se pueden alcanzar. A la edad de 94 y luego de haberse alejado de la universidad durante un período de 50 años, esta bisabuela logró terminar la carrera que empezó en 1962 y lo hizo, nada más ni nada menos, que con un promedio de 10.
«No podía quedarme sentada viendo Netflix todo el tiempo», confesó en un video proporcionado por la Southern New Hampshire University (SNHU). Cratón sentía que tenía que terminar con la carrera que alguna vez había comenzado y que por distintos motivos nunca había podido terminar. «Siempre me gustó estudiar, pero cuando me divorcié tuve que dedicarme a criar mis hijos. Ahora que ellos ya están adultos, pude retomar aquello que había dejado pendiente», dijo en una entrevista a la NBC News.
Así fue que en 2013 Amy decidió inscribirse en la SNHU para comenzar nuevamente sus estudios pero de manera online. En silla de ruedas y con dificultades auditivas, Cratón presenció cada una de las clases en su casa de Honolulu, Hawai y de a poco, con mucha tenacidad, no sólo logró obtener el título de Bachiller en Artes en Escritura Creativa e Inglés, sino también se convirtió en la alumna con mejores calificaciones de toda su clase.
«Trato de vivir mi vida al máximo. Si estás en casa, tomá un libro y lee. Expandite, ampliá tus conocimientos y tu vida», aconseja esta bisabuela que, además, revela que cuando uno hace algo por uno mismo logra sin duda una sensación de bienestar y una profunda alegría en el corazón.
Cratón nació en Malden, Massachusetts, al norte de Boston, y ya de grande, luego de haberse divorciado, crió a sus niños en Mountain View, California. Para mantener a su familia trabajó como asistente administrativa hasta que, por una recompensa de un jefe que tenía, llegó a Hawaii, la isla que la enamoró definitivamente y pasó allí el resto de sus días.
Al retomar la universidad, uno de los mayores desafíos que se le presentó fue la diferencia de seis horas entre Hawaii y New Hampshire. Pero ni el tiempo ni la distancia pudieron con el objetivo de Amy. Ella se quedaba despierta hasta altas horas de la noche para aprender sus lecciones. Su dedicación fue tal que el presidente de SNHU, Paul LeBlanc, voló de la Escuela de Manchester a Honolulu para concederle personalmente su diploma en una fiesta sorpresa de graduación en la que, además, estuvieron todos sus compañeros de clase.
«Es una historia sobre el coraje y la perseverancia, y 52 años después, finalmente terminó ese curso», dijo LeBlanc en el video de la escuela. «En otro nivel, es la historia de millones de estadounidenses que nunca terminaron: la vida se interpuso en el camino de Amy».
Una verdadera fuente de inspiración, un ejemplo a seguir, así la definió, el presidente de la universidad. «Hay mucho entusiasmo por su historia».
No contenta con alcanzar una de sus metas más anheladas, la bisabuela desafía al paso del tiempo, una vez más: «Ahora siento como si estuviera a mitad de camino. Tengo que seguir aprendiendo», dice. Así parece: Amy se anotó en una maestría que la tiene más que ocupada. «Mientras consiga buenas calificaciones, seré feliz», finalizó.