Una piba que escribe… Y también juega a la pelota

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En la calle y en el barrio. En el kiosco de enfrente y en el bar de la esquina. En el potrero o en la placita. Ahí es donde todo el tiempo se cuentan las historias más hermosas que tantas veces pasan de largo por vivir esperando la postal paradisíaca del algún rincón exótico del mundo que pueda juntar cantidad de corazones en Instagram.

En la calle y en el barrio. En el kiosco de enfrente y en el bar de la esquina. En el potrero y en la placita. Ahí también conviven las miserias, la injusticia, las desigualdades y la brutalidad que tantas veces se ignora para andar livianos de conciencia, porque siempre es más fácil verlo por la tele como película de la desgracia ajena.

Por ese mapa de belleza y de terror transita Jowi, una piba que escribe porque se le da la gana. Que hace puentes entre su Arrecifes natal, Córdoba y Buenos Aires. Que solo milita con la política de ver para contar. Para nadie. Y a la vez para todos.

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Atrás de cada texto hay un poquito mio. Y digo poquito porque una vez sueltos ellos se apropian de quienes los sienten. Dejan de ser mios. Y son creados con ese fin. Por eso había elegido el anonimato. Nunca pense en que todo se iba a ir al carajo. Confirme que los textos dejaban de ser mios cuando fueron muchos los mensajes con historias que se identificaban con ellos. Siempre lo digo, no soy escritora. Escribo porque me sale hacerlo desde siempre y lo amo. Nunca le di valor a eso. Hasta que abrí los ojos y me encontré con personas que sin saber quien estaba atras del texto me estaban agradeciendo. Yo no entendía porque. Y a veces no lo entiendo todavía. Pero abrir un mensaje que diga: «Gracias soy una persona privada de mi libertad y leerte me hace sentir un poquito libre» Eso, no tiene precio. Muchos me comparten sus historias de vida buscando que las redacte. Otros que nunca en su puta vida leyeron me dicen que no me dejan de leer. Gente que se animo a escribir y me da las gracias. Y mensajes que no dejan de llegar, haciendome saber que cada texto tiene un valor. Cuando me encontré con todo eso, pude darle valor a lo que hago. Y hoy ese anonimato se va al carajo para decirles gracias. Puede que para muchos solo sea la cara atras de los textos. Para mi, es un montón. Atrás de ese anonimato había una persona que no creía en si misma. Mucho menos en lo que hacía. Con mucha inestabilidad y un historial de vida donde siempre le dijeron «con eso no vas a llegar a ningun lado» Atras de ese anonimato había una rebelde que siempre fue en contra de la manada y sacudiendo bombas molotovs ante los «no vas a poder». No sabía cuanto iba a durar esto. Y no quería que esa rebelde influya en los escritos. Pero hoy puedo y quiero hacerme cargo de que si pude. Me presento. (Si, era mujer ¿Vieron?) 😂 Soy Jowi despeinada desde que nací. ¡Muchísimas gracias siempre! Gracias a ustedes y a Una piba que escribe, que mas que un Instagram, es mi pequeña comunidad. Buena birra. @jowilandia

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-¿Cuánto afecto la cuarentena tu día a día?

-Ahora estoy en Arrecifes, que ya está en fase cinco. Me afectó, porque además de escribir tengo una productora de artistas independientes y trabajo con eso. Con eventos y lo que es medios de comunicación. El tema es que al no poder hacer eventos públicos la productora, que funcionaba en Córdoba con artistas locales pero que también tenía mucha relación con Buenos Aires porque todo se mueve allá, quedó totalmente cerrada. De momento, creemos que vamos a reabrir de acá a dos años, porque fue muy groso todo. Es una productora autogestiva y nos perjudicó un montón.

-Más allá de la definición fundacional que te presenta en redes como una piba que escribe, ¿cómo más te definís?

-Respecto a lo artístico como alguien de mucha variedad, porque practico distintos tipos de arte. Por eso por ahí no me gusta encasillarme en una estructura ni tampoco involucrarlo en lo que puede llegar a ser un negocio o un estudio, porque ahí tengo un choque ideológico. Siempre lo hago desde lo autogestivo. Tampoco quise hacerlo un trabajo. Yo escribo por escribir. Con la página, por ejemplo, me pasa que no publico todos los días. Pueden pasar dos semanas, de hecho ha pasado un mes entero que estuve sin subir una publicación. La gente misma te pide que publiques, te hablan, te cuentan historias como para ver qué onda, en qué quedó todo. Y yo no lo quiero tomar tipo marketing o negocio, ni sumar seguidores porque sí o escribir solo por un compromiso con la gente. Simplemente abrí la página para publicar como quien quiere publicar cualquier cosa. Y lo hice desde el anonimato como para tener un poco más de libertad en lo que podría llegar a decir. Después todo se fue de las manos. Pero nunca me cambió en eso de no tomarlo como una responsabilidad o de tener que escribir para cumplir con esa cantidad de seguidores.

«No lo quiero tomar tipo marketing o negocio, ni sumar seguidores porque sí o escribir solo por un compromiso con la gente»

-En ese ida y vuelta con tus lectores, y teniendo en cuenta que las redes sociales son un parámetro muchas veces condicionante de lo que funciona y lo que no, ¿te da miedo de caer en la demagogia y escribir lo que sabés que va a pegar y no lo que tenés ganas?

-No. Soy muy de la vieja escuela, porque escribo desde siempre. Por eso tampoco caí en darle tanta bola a las redes sociales. Ni siquiera tengo una constancia al escribir. No lo hice desde el lado de obtener seguidores. También soy muy apolítica y discuto mucho sobre realidades sociales. Creo que en cuanto a eso, si me tuviera que poner a pensar qué va a caer bien y qué no, no existiría ninguno de mis textos. Me ha pasado que me han empezado a seguir por un tipo de escritura y de la nada tiré un texto contra la policía y ahí un montón de gente me dejó de seguir. Y viceversa. Gente que no le gustaba tanto el tema del fútbol, por ejemplo, y a las vez llegaron otros a los que les entró por ahí. Van variando las reacciones, pero no me guío en absoluto por eso.

-¿Y tenés haters?

-Sí, muchísimos. Porque, ya te digo, con el tema de las causas sociales o porque me gusta escribir molestando, a propósito, como para moverle algo al lector. Entonces no lo tomo a mal. Porque incluso cuando me estás criticando algo te movió, porque te lo estás replanteando. Eso es algo que está bueno.

¿Identificás un momento en el que todo explotó? Un texto específico, una situación que haya provocado que un montón de gente se acercara a ver lo que hacés.

-Sí, puede haber sido justamente con algunas de esas causas sociales que han movilizado mucho. Por ahí cuando escribí sobre Fernando (Baez Sosa), el chico que asesinaron en la costa los jugadores de rugby. Ahí noté mucha diferencia, para bien o mal. A la gente le afectó un montón y se nota cuando aparece el sentimiento de algo real. Porque a mí me pasa que si bien es todo ficción, escribo sobre realidades. Por eso lo llamo literatura real, porque si no es mío es de historias que me cuentan o de lo que yo voy viendo en la vida cotidiana. A la gente le copa esa realidad y no que sea algo inventado, como incluso a veces pasa en los medios. Se sabe cómo exageramos las cosas muchas veces en los medios de comunicación. Yo no exagero, digo las cosas en crudo y en un léxico, una jerga, que utilizamos a diario.

-¿Qué te pasa con la política? ¿Desde qué lugar te relacionás?

-Obviamente que política hacemos todo el tiempo, cotidianamente. Cuando estamos hablando, planteando cosas, haciéndonos repreguntas; estamos haciendo política. En ese sentido, amo que pase, que la gente quiera plantear cambios sea del partido político que sea. Pero lo que no me gusta es condicionar, sea desde la política o la religión. No está bueno cerrarse en ese fanatismo que solo admite un único pensamiento. Cuando militás en un solo partido político, uno lo que busca, como cualquier ser humano que se cree que tiene la razón absoluta, es convencer al otro de nuestra verdad. Mezclar el arte con la política, con los partidos políticos, tiene atrás una intención de atraer por otro lado. A muchos escritores nos están buscando por eso. En mi caso, al hablar mucho de las causas sociales, me relacionan mucho a la izquierda, al partido socialista… Al peronismo si se quiere. Pero no, yo no escribo pensando en un partido político. Sí me han llamado para poner mis textos en publicaciones que tengan que ver con partidos políticos y la verdad que no me interesa. De hecho, antes de la cuarentena, fui a dar talleres a varias cárceles. Ahí me han llamado de muchos partidos comentando que ellos llevaban la literatura a los distintos espacios, pero no.

«No me gusta condicionar, sea desde la política o la religión. No está bueno cerrarse en ese fanatismo que solo admite un único pensamiento»

-¿Sentiste que quisieron usarte porque generás empatía con ciertos sectores populares a los que ellos quieren conquistar?

-Sí. Cuando empecé a escribir sobre la policía me pasó. Pero lo mismo me pasó cuando he escrito sobre fútbol, que de varias marcas me han pedido los textos o salir de sponsor de ciertos clubes. Pasa con todo. Comercialmente el mundo ya se maneja así.

-¿Y lo comercial lo tenés negado como principio?

-Se ve que lo tengo tan negado, por haber hecho lo de la escritura como hobby, como forma de comunicación, que siento que me condiciona de algún modo. Sería empezar a sentir que lo estás haciendo porque, o para algo. Ahí es cuando deja de ser real. Sí me resulta bueno aprovecharlo desde el lado de poder ayudar en ciertos casos. Con este tema de la cuarentena, por ejemplo, empezamos a vender un par de textos con otros escritores para recaudar fondos para gente que lo estaba necesitando. En esos casos por ahí sí puedo llegar a lucrar con esto. Pero de otra manera no.

Pero estás escribiendo un libro…

-Sí. Se está complicando mucho porque si tuviera que ponerlo a la venta, con los costos que hoy manejamos, sería imposible de comprar para mucha gente y ahí estaría perdiendo mi propia ideología. Pero sí, estoy en eso. Llevo más de la mitad, pero fue cambiando mucho. No me puse un plazo. Cuando sale, sale.

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De hace rato que las pibas también nos calzamos los botines y salimos a la cancha. De hace rato que no nos creemos menos femeninas por patear una pelota y gritar un gol. De hace rato que me pongo la casaca de mi equipo favorito y veo los partidos. Sola. Sin necesidad de que me invites vos, ni de ser la cábala romántica de ningún chabon. Y no. No me pongo a ver culos, ni músculos, ni caras bonitas. De hace rato que a las pibas también nos puede apasionar el fútbol como a vos. De hace rato que las pibas estamos podridas de que nos vean jugar y nos den su aprobación. No la necesitamos. De hace rato que quiero mirar a la tribuna y que me festejes el gol. Eufórico y apasionado como lo haría yo. . . . #UnaPibaQueEscribe #LiteraturaReal

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-El fútbol empezó a ganar mucho lugar en tus textos. ¿Jugás?

-Siempre me llamó la atención, desde chica, como juego. Siempre fui muy de juntarme con los varones. Enfrente de mi casa hay una canchita y ya era ver jugar y querer. Me crié con otra mentalidad familiar, en la que me dejaban hacer lo que quisiera hacer y no pasaba nada. Sí conozco casos de chicas a las que les han dicho vos no podés porque sos una nena. Por suerte en mi casa me dejaron y me apoyaron para que llevara esa rebeldía que ya traía desde chica. Más grande, después de los 12 o 13, empecé a querer jugar. He ido acá, al club del barrio, y después dejé. Pero siempre fue un hobby, nunca quise jugar profesionalmente. Mayormente juego con mis amigos, mixto. No es que hay algo femenino.

-¿Qué te genera el fútbol como fenómeno social?

-Me parece una locura porque une mundialmente, como la música. Es como que lo tomo como un arte más. Es algo muy pero muy popular, entonces no distingue de categoría social, religión, idioma, nada. Ni siquiera de edades. Y el argentino lo vive de otra manera, diferente a todos. Yo soy de viajar un montón, pero en el fútbol no hay como un partido acá en Argentina.

«El fútbol me parece una locura porque une mundialmente, como la música. Lo tomo como un arte más»

-¿Crees que esa relación con lo popular hizo que acá en Argentina el fútbol femenino se emparente tanto con otras luchas de las organizaciones de mujeres?

-Soy más partidaria del fútbol mixto. De decir por qué yo no puedo jugar con los chicos. Creo que se sigue separando y se genera algo de mujeres y hombres. Es como que todo el tiempo quiero competir con vos y mostrarte lo que puedo, pero a la vez no es que quiero jugar con vos y cómo vos. Creo que cuando no diferenciamos eso, de alguna forma u otra, nosotras nos seguimos posicionando como inferiores. Por qué yo no puedo jugar con un chico, igualar su técnica. Apuesto más a eso, a mezclar y no a diferenciar, para que la lucha esté en que el género es igual. Me pasa con todos los deportes.

-Casi que estás mandando a hacer una reorganización mundial del deporte…

-Sí, lógico que a nivel profesional es difícil. Pero porque es algo que lo tengo así en el plano general, más allá del deporte. Siento que en la vida en general nos seguimos dividiendo. Quieras o no, se sigue armando una brecha para ver quién es mejor. Nos vivimos separando entre mujeres y hombres. Busquemos igualar las cosas. Estamos mal acostumbrados a pensar que el fútbol siempre fue masculino, que no podemos patear una pelota y después clavarnos unos tacos y salir a la calle. Desde ese lado apuesto al mixto, pero sí me enorgullece un montón la lucha y la organización que están teniendo muchas pibas. Es una locura. Está bueno porque ya no se pregunta. Ya está impuesto que en cualquier lado podemos jugar.

-¿Qué te representa el barrio?

-Soy muy barriera y no lo digo por mi barrio en sí. Me gustan mucho las movilizaciones barriales y apuesto mucho a lo popular. Obviamente me crié en un pueblo. Imaginate que a comparación de una capital el pueblo entero es un barrio. Desde lo autogestivo también apoyo mucho eso, porque con sus pro y sus contras es una manera de progresar, de no ser un número sino un nombre entre tus vecinos. En cuanto  al deporte, los barrios son los que popularmente mueven todo para armar clubes. En el barrio más pobre que exista va a estar la canchita para jugar, hechos los arcos con dos palos. Creo que eso es muy importante y de mucha influencia. Cuando hablo de cualquier cosa, lo primero que se me viene a la mente es el barrio.

-Entre los pequeños grandes momentos cotidianos que pasan en el barrio, ¿tenés un predilecto?

-El metegol y la birra con mis amigos. En Córdoba Capital hay mucha cultura de metegol. Yo lo descubrí ahí y en todos los bares vas a ver uno o dos. Se compite por cajones de birra, así que la cultura del metegol la tengo incorporada.

-¿Entonces birra le ganó a vino?

-Depende mucho de la ocasión. Pero es como que siempre termina ameritando más la birra. Es más cómoda.

Por Juani Portiglia

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