Si la situación de un menor de edad al que vamos a llamar Juan para identificarlo, no cambia, su futuro es negro, más de lo que resulta en la actualidad.
Y conociendo la historia se entiende que se deben activar los dispositivos que, en principio, podrían recaer en la función que cumplen dos áreas de asistencia, los servicios Local y Zonal. Sin dejar de lado la fundamental “pata” de la justicia.
Juan es menor de edad con retraso madurativo, de 17 años y con el agravante de formar parte de una familia que presenta una conducta disruptiva.
LA HISTORIA
Luego de hablar con un familiar directo del menor y conocer detalles respecto de la asistencia que se le intenta brindar, no es complicado centrarse en cuál fue el factor desencadenante para que hoy el menor corra serios riesgos tanto por su salud mental como física.
Hasta hace dos meses, Juan, más allá de las dificultades propias, era un adolescente contenido por su abuela.
Pero llegaría lo inesperado, ella murió y a partir de ese momento, la situación se fue agravando. Hasta quedar sin rumbo.
En principio volvió a vivir con su familia base –madre, padre y hermanos-. Comenzó a escaparse, haciéndolo en decenas de oportunidades, presuntamente por sentirse hostigado en el ámbito de su hogar.
Consecuencia siguiente, en cada fuga, la denuncia de la madre ante las autoridades policiales. Así se fueron activando los protocolos de búsqueda hasta que era ubicado y restituido.
Automáticamente su progenitora comenzó a llevarlo al centro de salud público donde termina transformándose en un niño-paciente hospitalario del área de Salud Mental, más para salvar las crisis que por criterio psiquiátrico.
Cabe remarcar que si bien hasta llegaron a ponerle custodia, siguió huyendo.
Fue en ese marco que surge otra novedad. La de abusos presuntamente reiterados, en cada fuga y con su agresor identificado.
Llegan entonces las denuncias en Comisaría de la Mujer y la Familia. Habrían sido cinco en una semana. Interviene la justicia y se activan los protocolos por abuso.
Mientras tanto, es central remarcar que se está frente a un adolescente con la mentalidad de un niño y con todos sus derechos vulnerados.
No quiere ir con su madre. Cuando lo llevan se escapa. Tampoco quiere permanecer en el hospital y hace lo propio. Desaparece y sería en esos períodos que es abusado reiteradamente.
Agrava el cuadro que, tal como sostiene personal involucrado en la historia de Juan, el estado responsable a través de distintos organismos, “se tiran la pelota entre ellos”.
Existen programas del Estado que permiten dar respuesta cuando se presentan problemáticas como la que nos ocupa. Pero indudablemente, como muchas veces se sostiene que los tiempos de la justicia no son los de los ciudadanos de a pie, algo muy parecido sucede cuando quienes deben actuar son organismos estatales.
CRUDO RELATO
“A mí me contó todo. Cómo fue el abuso. En dónde fue. Con qué fue. Y te juro que me abracé con una de las chicas y nos pusimos a llorar”.
Así lo relataba a Junin24 un testigo de lo dolorosa y triste que es la situación de Juan.
Es más, aclaraba, “le toman declaración pero en el estado en el que está, no le dan bola. Y él se da cuenta y te lo dice. Está ubicado en tiempo y espacio. Sabe todo. Te lo cuenta con lujo de detalles”, agrega.
Llegó a decirle, “Ahora van a venir del Servicio Local, me van a preguntar lo mismo, se me van a reír y me van a querer llevar a La Plata. Y él (el abusador), va a seguir libre. Yo no hago mal. ¿Por qué me encierran a mí?
Y AHORA QUÉ
La pregunta es, ¿y ahora qué?
A seguir esperando….mientras quien corre riesgos minuto a minuto es un niño cuyos derechos no son respetados, sufre abusos y no cuenta con la asistencia adecuada que le permita llevar adelante una vida digna y lo más normal posible.