La idea fue de Nahir y varias reclusas la acompañan desde el martes 28 a las 9 de la mañana. Sólo toman agua y rechaza los alimentos que les ofrecen en la Unidad Penal Número 6 de Mujeres de Paraná. El motivo de esta huelga de hambre es solo uno: piden que vuelvan las visitas.
Debido a que las visitas fueron suspendidas como en todas las cárceles del país para intentar evitar el riesgo de la transmisión del COVID-19, la joven de 20 años, condenada a perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo, lleva 45 días sin ver a sus padres Marcelo Galarza y Yamina Kroh, eso la afecta mucho anímicamente.
Según una fuente policial: “Las internas firmaron un acta en la que dejan constancia que están en huelga de hambre por la prohibición de las visitas”. Tanto Nahir como sus compañeras pidieron que al menos se permita la visita de un familiar por detenida.
En el día de ayer como en el de hoy, a Nahir le tomaron la fiebre y la presión arterial y la pesaron y ya bajó dos kilos en dos días.
«Del mismo modo que al penal entran muchas personas, entre ellas la psicóloga, el personal penitenciario, la profesora de educación física, y no se toman recaudos, a las visitas pueden ponerle barbijo y tomarle la temperatura”, argumentaron en el acta las detenidas. La huelga será mantenida “hasta que haya una solución o respuesta favorable”.
“Nahir lidera esta forma pacífica de protesta”, confirman tanto sus allegados como las fuentes penitenciarias. Ni ella ni sus compañeras hablarán con la prensa. Nahir tiene un motivo: prometió confidencialidad a los productores que planean filmar una serie y un documental sobre su vida.
Pasa sus días haciendo gimnasia, estudiando Psicología, escribiendo poemas, leyendo libros y hablando una vez por día a sus padres.
Hace una semana, el abogado defensor de Nahir, José Ostolaza, pidió vía online la excarcelación de su defendida por considerar que no había riesgo de fuga y porque no habia sentencia firme. Y que podía cumplir parte de la condena en su casa hasta tanto no se normalice la situación sanitaria. Pero el pedido fue rechazado y generó polémica.
Nahir ya vivió episodios conflictivos en ese penal. Fue sancionada por sacarse fotos con un celular: la mandaron a un calabozo. También por pelearse con una compañera que, según ella, la hostigaba. Y en otro hecho que se pareció más a una broma que a un hecho concreto de intención de fuga, la sancionaron porque en su cama y en la de una compañera aparecieron muñecos tapados con frazadas.
Más allá de todo eso, sus padres siempre fueron un sostén, Nunca dejaron de visitarla, llevarle comida, libros, cartas de personas que quieren conocerla o la apoyan. Pero por culpa de la pandemia Nahir como los miles de presos de todo el país perdió las visitas. ¿Dará resultado su protesta?