El Gobierno ha calificado la manifestación como una acción de naturaleza política. ¿Cuál es el trasfondo de esta protesta? El Gobierno se enfrenta ahora a la primera oposición tangible a su plan de ajuste, incluso entre sus propios seguidores. La comunidad educativa ha rechazado enérgicamente los recortes presupuestarios a las universidades y la posibilidad de cierre de instituciones emblemáticas como la UBA. Esto se debe a que, a diferencia de otros ajustes, la idea de una educación pública es fundamental para la identidad argentina. El país no se ha forjado solo a través de principios de libertad, sino también gracias al concepto arraigado de educación gratuita y obligatoria en todos sus niveles. Su grandeza no ha surgido de la ausencia del Estado, sino de su presencia activa en la tarea de nivelar las desigualdades sociales.
La educación pública puede considerarse quizás como una de las políticas de Estado más importantes en la historia argentina. A pesar de las diferencias ideológicas, ha sido respaldada por radicales, peronistas, macristas e incluso durante períodos dictatoriales, quizás a regañadientes.
Este es el clamor que ha resonado en la protesta. No solo interpela a la comunidad educativa actual, compuesta por estudiantes y docentes, sino también a aquellos que han pasado o están pasando por la experiencia de la educación universitaria pública, así como a aquellos que tienen hijos que se han graduado en estas instituciones.
El tema universitario ha logrado lo que otros problemas no han conseguido, como los despidos en Telam, el cierre de organismos como el Inadi o el Incaa, los recortes de personal en el sector público o los ajustes en las jubilaciones. Ha logrado unir necesidades y generaciones.
La magnitud de la marcha ha superado las expectativas del Gobierno. Por ello, en lugar de desestimarla como una manifestación política, ha optado por guardar silencio. Algunos críticos, como Milei, han intentado restarle importancia a través de redes sociales, mientras que los portavoces oficiales han optado por no hacer comentarios.
A partir de este miércoles, comienza un nuevo capítulo con varias incógnitas.
*¿El Gobierno escuchará las demandas o insistirá en su rumbo?
*¿Alguien asumirá el costo político de no haber sabido contener a tiempo esta protesta? Se menciona el nombre de Alejandro Álvarez, subsecretario de política universitaria.
*¿Existe la posibilidad de restablecer el diálogo entre los rectores y el Gobierno?
Por último, es importante destacar que eventos como estos, aunque tengan connotaciones políticas, tienen un impacto en la opinión pública más allá de los participantes directos y pueden generar un efecto de contagio entre quienes los observan en medios de comunicación o en redes sociales.
La imagen de este miércoles ha sido contundente. Ahora queda por ver cómo se desarrolla la trama.