En medio de la crisis económica, el gobierno de Milei se embarca en una fase crítica del ajuste, priorizando la estabilización macroeconómica y la reducción de la inflación, aunque reconociendo la difícil situación de los salarios
Milei enfrenta desafíos cruciales mientras avanza en el ajuste
Con la esperanza de un repunte futuro, el presidente se presenta en lujosos autos Tesla y aviones supersónicos, proyectando confianza en el futuro del país.
Sin embargo, la realidad es desafiante: la recesión se profundiza y la actividad económica cae bruscamente, afectada por la alta inflación y la pérdida de poder adquisitivo. Aunque el gobierno insiste en la necesidad del ajuste, tanto el FMI como el Banco Mundial expresan preocupaciones sobre su impacto en los sectores más vulnerables, advirtiendo sobre una posible hiper recesión.
Ante el malestar social creciente, el gobierno mantiene su política de contención de protestas y avanza en el ajuste del Estado y las privatizaciones. En un intento por reducir la conflictividad, se abren canales de diálogo con la CGT, aunque sin lograr evitar un segundo paro general.
En el plano laboral, el gobierno busca consensuar una reforma moderada, enfrentando resistencias de los sindicatos. A pesar de la presión gremial, el gobierno insiste en su enfoque prioritario en la estabilidad macroeconómica sobre la recuperación salarial, lo que ha generado una significativa disminución del salario formal en los primeros meses de gobierno.
Mientras tanto, el gobierno avanza en la reestructuración del Estado y prepara la privatización de empresas estatales, buscando respaldo tanto en el Congreso como en los inversores internacionales. Aunque enfrenta desafíos internos y externos, el gobierno de Milei continúa su curso hacia una transformación económica profunda, apostando por un futuro de estabilidad y crecimiento.