No es necesario que un deporte sea extremo para que un ojo salga lastimado luego de realizar una actividad física, tanto al aire libre como en interior. Pero para no «perder de vista» la salud de nuestros ojos es necesario cumplir con una serie de consejos y así poder continuar con nuestro deporte favorito sin mayores complicaciones.
El primer consejo es adquirir unos lentes o gafas adecuadas y específicas para la actividad que queremos desarrollar. En caso de no poder hacer frente a los costos de, por caso, unas buenas antiparras, se deberá tener mayor precaución debido a los agentes externos que pueden afectar nuestra visión.
En particular sobre los deportes acuáticos, quienes porten lentes de contacto (o «lentillas») deben recordar de retirarlas previo a la inmersión. Quienes no usen antiparras lamentarán asimismo la irritación que podría provocar el cloro del agua de las piscinas y piletas, lo cual puede derivar en inflamaciones varias como la famosa conjuntivitis.
¿La opción elegida es el running? En este caso el principal enemigo de la salud de la visión son los rayos ultravioletas por lo que unos anteojos de sol con un buen filtro UV son prácticamente imprescindibles. De preferencia, se puede añadir que los lentes estén polarizados. Si no se siguen estos consejos, la fotofobia o la queratitis está a la vuelta de la esquina.
Especial cuidado se debe tener si la actividad deportiva se realiza sobre nieve, pues la blanca superficie puede reflejar la luz hasta en un 80 por ciento.
Máxima precaución: deportes de interior. Sin hablar sólo del velocísimo squash, las prácticas deportivas de este tipo pueden provocar pelotazos o contusiones por lo que se recomienda -en el caso de usar anteojos- que los lentes sean de extrema calidad para poder soportar golpes directos y así evitar un estallido del cristal.