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Yanina Martino, pionera en la región como DT de Selección

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La Selección de Chacabuco de fútbol femenino, que viene de ser la revelación del último Torneo Provincial metiéndose en semifinales tras eliminar a Junín, no solo será la primera en la región en retomar los entrenamientos en tiempos de pandemia, sino que además, y mucho más importante aún, es la primera en confiarle el mando a una mujer entrenadora: Yanina Martino.

A la pelota empezó a jugar con 13 años, haciéndose el lugar cuando no había dónde. Su historia comienza y se cierra en Argentino, pero también tuvo pasos por River de Chacabuco y Douglas Haig de Pergamino. Además, en la recordada serie semifinal ante Bragado, en aquel Provincial de 2019, fue autora de uno de los goles del triunfo 2-1 en condición de local. Tiempo después, tomó la decisión de ponerle un punto a su carrera aquejada por una lesión en la rodilla. Pero como sin fútbol imposible, comenzó a estudiar la carrera de DT que en marzo de 2020 la llevó a ser designada como la flamante entrenadora del seleccionado femenino. La pandemia de coronavirus casi no la dejó trabajar, pero 2021 comenzó con ilusiones renovadas tras su confirmación en el cargo y el armado de la primera convocatoria para comenzar con los entrenamientos.

DE SELECCIÓN

-Cuanto menos en la Región, sos pionera como mujer entrenadora de una Selección Mayor de fútbol. ¿Sabías eso?

-Por lo que yo sé, Chacabuco es la primera liga que deja una mujer a cargo de un seleccionado. La verdad que me costó muchísimo, el camino no fue fácil. Pero este es el fruto. Son más de 25 años de lucha. Yo arranqué desde los 13 años y es un camino de tanto sacrificio que para mí es cumplir un sueño más de los que tengo. Imaginate lo feliz que estoy. Ni yo lo puedo creer.

-Tu felicidad coincide con la que expresaron muchas de las jugadoras que vas a dirigir. Está bueno empezar así.

-¡Sí! La pandemia lo hizo todo muy complicado, entonces estoy haciendo reuniones de a grupos muy chicos. Las chicas me tienen como referente y eso me pone aún más feliz. ¿Qué más puedo pedir? Lograr que todo un equipo te siga y te digan que sos una referente para cada una de ellas, creo que ya logré todo porque es lo más difícil de conseguir. Me asusta un poco pensar que todas estas chicas me quieran seguir en todas las locuras que tengo, porque esto para mí es una pasión que me desborda. Entonces digo, bueno, voy a tener que controlarme en lo que hago, porque la misma pasión a veces te lleva. Tengo que identificar cuando me equivoco, volver a empezar. Yo ya les dije que se van a tener que atar a mis locuras. Esto es meterle y no hay que frenar nunca. Es sacrificio tras sacrificio. Yo la vengo remando hace 25 años, hasta para que nos den una camiseta para jugar. Tiempo atrás nos marcábamos el número en una remerita blanca que nos comprábamos. Así que imagínate de lo que te estoy hablando. Por eso este lugar que nos están dando para mí es un orgullo. Yo soy de las primeras acá en Chacabuco que la viene luchando con un montón de otras mujeres que quedaron en el camino. Qué mejor que en nombre de todas esas chicas poder llevar el fútbol a lo más alto que pueda.

-¿Preocupa la cercanía de un club como Sarmiento y la atracción que puede generar en algunas jugadoras la posibilidad de jugar en AFA? ¿O se las apoya en ese deseo?

-Es una lucha sana. La última vez que estuve reunida en la Liga me dijeron que estaban pidiendo a Melina Fava, una arquerita de San Martín a la que yo ya tenía en mi lista. Y bueno, le pregunté a la nena qué era lo que quería hacer y le dije que la iba a apoyar en lo que necesite. Jamás le diría a una de las nenas quédate conmigo. Obvio que no me gustaría que una de las chicas se me vaya a Sarmiento porque las tengo elegidas desde hace un montón de tiempo. Sé de las condiciones, del buen comportamiento que traen porque yo soy muy exigente en eso. Entonces sí me duele que puedan irse. Pero es una lucha sana. Hay muchas jugadoras acá. Hay que salir a buscar y ese es el tema, porque a mí la pandemia me complicó mucho. Me hubiese encantado ir mirando partidos en los distintos clubes y fijarme en las más chiquitas. Pero imposible. Por eso lo que hice, porque conozco muchas chicas, fue sacar algunas de las que venían en el listado, lamentablemente, para buscar nenas muy chiquitas y ya formarlas. Traje nenas de 15, 16 años que tienen un futuro terrible. Esa lucha se va a tener, porque se que Sarmiento va reclutando, pero una lucha sana. Todos queremos el fútbol y lo mejor para las chicas.

-Vi la primera convocatoria y que hayas recuperado a Guada Riscossa, que en un momento pareció que ya no quería jugar, es algo muy bueno y a la vez habla muy bien de vos a la hora de dar confianza a una jugadora…

-Fue una lucha. Es estar detrás de cada jugadora y pendiente de todo lo que hacen, de lo que les pasa. Hacerles saber que vos estás para lo que necesiten, que todo problema tiene una solución. Lo puedo decir porque yo ya lo viví. Está bueno que venga alguien que ya pasó una situación parecida y te diga que hay que seguir luchándola, que vos no te podés rendir. Guada estaba decidida a no jugar más, es verdad. Cuando me enteré que no estaba más en Sarmiento, imaginate. La conozco desde hace años, se cómo ataja, las condiciones que tiene. Me dije que no me la podía perder. Tenía que cerrar el listado y le hablé una, dos, tres veces. Le dije Guada, por favor te lo pido. Pensá en esto y lo otro… Hasta que un día me dice contá conmigo, poneme en el listado y vemos cómo hacemos. Imaginate lo contenta que me puse. Sinceramente pensé que me iba a decir que no. Gracias a Dios la pude convencer.

-Ella se había identificado mucho en la Selección. ¿Coincidís que volver va a ser muy importante para que recupere esas ganas y esa confianza que por ahí había perdido?

-Es verdad. Es una chica que tiene un liderazgo tremendo. Es más, es la segunda capitana, después de Anahí Curaratti. Hay jugadoras que tienen un liderazgo que hay que saber aprovecharlo. Guada es una de esas personas, lo transmite. Y yo necesito esas chicas que me ayuden, que sean el nexo con las jugadoras… Porque hay muchos problemas, a la mujer hay que cuidarla. Guada tiene mucho de eso de decir vamos para delante, por eso yo no podía creer que no quisiera jugar más. Me encanta que vuelva al equipo porque me va a ayudar muchísimo.

-Decís que hay que cuidar a las jugadoras y me acuerdo de los cuartos de final en Junín y toda la locura de la gente afuera, comportándose con todos esos hábitos que vienen del masculino y que no deberían llegar al femenino. ¿Cómo se lucha contra eso?

-Mirá, yo lo que estoy haciendo es hablar mucho con los padres de cada una de las nenas. Por eso te digo que es un trabajo difícil. No es solo dirigir al equipo en el momento del partido. Yo lo asumo así porque me gusta. Estoy tomándome el trabajo de hablar con cada uno de los padres dándoles el mensaje de lo que yo quiero, igual que como se lo transmití a las chicas. Quiero que sepan por qué camino tenemos que ir. Lo que yo voy a priorizar es el buen comportamiento, el respeto, ese tipo de valores como promover el juego limpio. Son un montón de cuestiones. Más que nada quiero el respeto entre ellas, el respeto de los de afuera. Y si en algún momento hay que decirle a la hinchada, a los de afuera, que bajen con el nivel de agresividad verbal que hay, lo voy a hacer sin ningún tipo de problema. Porque ese es el mensaje que yo quiero dar desde un principio. Y si vos no cumplís con estas reglas básicas, no jugás. Por más que juegues muy bien. Me va a llevar tiempo, pero se va a lograr.

-¿Está difícil para los clubes la vuelta a los entrenamientos en Chacabuco?

-Está difícil. Espero que no retrocedamos de fase porque nos cortaría otra vez con esto en lo que estamos avanzando, que es empezar a entrenar al aire libre con diez jugadoras y de a poquito ir avanzando. Estoy aprovechando enero y febrero por decisión mía, porque en realidad las chicas podrían estar descansando y arrancar en marzo o abril. En Chacabuco volvieron las divisiones inferiores, pero Primera División no está entrenando. A mí desde la Liga me ofrecieron poder arrancar, porque nosotras estábamos pagando una cancha ya que estaba habilitado el fútbol reducido. Gracias a Dios pude apurar un poquito las cosas y por lo menos tenemos el lugar para trabajar de a grupos, como se pueda. Estoy acostumbrada a trabajar entre dificultades y eso te va haciendo más fuerte.

DE LOS INICIOS

-Tu papá fue futbolista y en relación a eso suelen pasar dos cosas: o no quiere saber nada con que la hija juegue o te incentiva muchísimo. ¿Cuál fue tu caso?

-Mi papá chocho con que yo siga con el fútbol. De hecho tengo un hermano varón que nada que ver. Juega al fútbol pero no tiene esa pasión que me atrapa a mí de querer estar toda mi vida rodeada de la pelota. Mi papá está re contento. Siempre me apoyaron mis viejos, siempre estuvieron en la cancha al lado mío. Todo lo que conseguí es con el sostén de ellos, si no es complicado. Gracias a Dios tengo una familia que se la banca en todas.

-¿Y vos a él lo seguías a todos lados de chiquita?

-¡Sí! Anda una foto dando vueltas que me la mostró mi mamá hace unos días. Yo tenía un año y el me llevaba a upa a recibir las medallas, los trofeos. Imaginate cómo mamé todo eso, lo tengo en la sangre. De chiquita estuve en las canchas.

-¿Cómo fueron esos primeros pasos tuyos como futbolista?

-No había nada, era empezar de cero. Yo tenía 13 o 14 años, esto se lo contaba a las mismas jugadoras, y no había chicas que jugaran. Éramos tres o cuatro a las que el club Argentino nos dio un lugarcito en un rincón. Nos dijeron pónganse ahí y empiecen a pelotear. Ni siquiera podíamos jugar un partido porque éramos cuatro. Así empecé. Después sí, ya en el año 98 o 99 se unieron un par de chicas más a ese grupo y nos fuimos a River de acá. Ahí ya empezamos a competir en Junín, me acuerdo del equipo de La Turca (Sonia Bellome). Una genia con la pelota. Teníamos un equipazo. Desde esa época se venía luchando. Después River no nos quiso tener más por cuestiones económicas y quedamos boyando. Nos agarra la Municipalidad, nos dio camisetas para ir a competir. Todo muy así. Poníamos plata continuamente para viajar.

-¿Cuáles son tus mejores recuerdos de aquellos primeros torneos que salieron a jugar?

-Me acuerdo que contra Independiente de Junín siempre llegábamos a la final. Un torneo, creo que en el año 98 o 99, estaban La Turca, Pao (Reichenshammer)… Tenían un equipo que no te puedo explicar. La Turca hacía cualquier cosa con la pelota. Esos torneos allá en Junín eran súper picantes. Eran empates, penales. No me los olvido nunca más. Además eran los inicios de ir a competir afuera y teníamos un equipo re competitivo.

-Esos esfuerzos que eran prácticamente los mismos para todas generaron muchos vínculos entre las jugadoras de la región…

-Porque compartíamos la misma lucha.  Eso es lo que te une. Decir yo ya sé lo que me estás contando porque lo estoy pasando. Por ahí había que hacer una rifa para comprar canilleras para compañeras que no tenían para comprar. Ese tipo de gestos te unen mucho más. Por eso hay jugadoras de afuera que no las borro nunca más de mi vida.

-Entre aquellos campeonatos y el inicio de los torneos oficiales de Liga de Chacabuco, ¿formaste algún equipo de afuera de la ciudad para buscar estar en competencia?

-Hubo una época en la que me cansé muchísimo porque era organizar todo. No teníamos DT entonces teníamos que llevar nosotras mismas el registro de planillas. Llegó un momento en que terminé agotadísima y dije quiero entrar a una cancha solo a jugar. Me fui a Pergamino, estuve jugando mucho tiempo en Douglas. El técnico me llamó y yo me dije que era tiempo de mimarme un poco. Me pasé un tiempo allá y aquel equipo de Chacabuco se desintegró un poco. Ya cuando arrancó el torneo de Liga acá, en 2015, se armaron seis clubes con equipo de femenino. Acá, oficialmente, siempre jugué para Argentino.

-¿Hubo alguna otra experiencia que te haya marcado?

-También me fui a probar a Boca, con 17 o 18 años. Me quedé muy frustrada porque había quedado, me dijeron que tenía todas las condiciones para quedarme. Me dijeron que me ofrecían hasta un departamento, que creo era del vicepresidente de Boca. Pero yo no tenía trabajo, era muy chica… Tenía muchas en contra. Eso me frustró un poquito. Siempre me pregunto dónde estaría. Ahora estoy tratando de cumplir como entrenadora los sueños que no pude cumplir como jugadora y transmitir todo esto que tengo guardado a las generaciones nuevas. Ojalá la huella se siga marcando para que las chicas que vienen detrás puedan triunfar más de lo que pudimos las de antes.

-Ese lugar que tienen las nuevas jugadoras lo conquistaron ustedes. Eso tiene que ser una satisfacción…

-Cómo no me va a quedar satisfacción. La verdad que yo siempre le digo a las chicas que lo bueno es que yo les puedo contar personalmente la historia de lo que pasé, lo que sufrí. A mí me da absoluta satisfacción que una nena como Valentina Dipiero, que tiene un futuro enorme, me pida un consejo si la están llamando de tal o cual club. No puede ser que hoy haya nenas que tengan que rechazar una propuesta para jugar en Buenos Aires por no tener un trabajo o no poder costear los gastos. Yo quiero que se invierta más en el fútbol femenino. Hay mucho semillero acá en Argentina. Hay nenas escondidas en todos los rincones del país que si vos invertís en eso te va a traer un fruto enorme. La sociedad argentina todavía no terminó de crecer en ese sentido. Ojalá no me tenga que ir de esta vida sin ver eso. Quiero que alguna de las chicas que tengo en el equipo triunfe.

Por Juani Portiglia

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