¿Mejor no hablar de ciertas cosas?

OpiniónPolítica

Por Roberto Costa. Presidente de bloque Senadores Juntos por el Cambio (PBA)

“Mejor no hablar de Ciertas Cosas”, el nombre de la canción de Sumo – mítica banda de rock de los 80 – cobra nueva vigencia en momentos en que la pandemia ha copado el centro de la escena pública e institucional.

El temor a la catástrofe sanitaria y las medidas tomadas, algunas con fundamento científico, otras a las apuradas, borraron de la agenda pública temas esenciales para la vida democrática. Con la excusa de actuar rápido y firme contra la expansión del Covid 19, tanto el Gobierno nacional como el provincial han avanzado muchas veces con iniciativas que deterioran el funcionamiento de las instituciones. Con un fin tan noble como es enfrentar al coronavirus, el Gobierno se las ingenia para filtrar con grosera impunidad acciones y medidas que deben ser conocidas por la sociedad y debatidas por todo el arco político.

Parece obvio, no? Claro que lo es. Conocer los actos de gobierno, debatir y buscar consensos son pilares básicos sobre los cuales se asienta nuestra forma republicana de gobierno. Sin embargo, desde que aquel 19 de marzo en que el Presidente anunció el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, empezamos un sostenido retroceso en la calidad democrática. Fuimos siendo privados – gradual o abruptamente – del necesario debate y discusión de las políticas públicas, del acceso a la información y la participación en el marco de la plena vigencia del Estado de Derecho.

En estas semanas de confinamiento y parálisis económica y social: -¿debatimos con la profundidad necesaria las restricciones impuestas?

-¿hablamos de los temas que la agenda pública argentina merece?

-Los millones de argentinos ¿tuvimos la oportunidad de participar, debatir, cuestionar y enriquecer, a través de los representantes legislativos, las medidas adoptadas por el Presidente y el Gobernador?.

La respuesta es evidente y no sorprenderá a nadie, es NO.

Bajo el manto de la lucha contra el virus todo parece estar justificado. La tragedia planetaria de la pandemia es aprovechada para dejar en suspenso cuestiones básicas como el intercambio y el diálogo entre los representantes del pueblo.

Es loable que, como ha sucedido, se lleguen a consensos entre Presidente, Jefe de gobierno de la CABA y gobernadores para actuar con celeridad. Pero esa situación es aceptable hasta cierto punto. No podemos dejar que el enemigo invisible nos deje ciegos, llevándose puesto el debate y el control del accionar público.

Desde la oposición hemos dado muestras de acompañamiento y apoyo a varias iniciativas urgentes cuando las circunstancias lo requirieron. El coronavirus es una realidad, la pandemia está presente, nos afecta a todos y se ha cobrado lamentablemente, la vida de muchos. Sin embargo, no podemos aceptar – por la salud de la democracia – un vale todo. Quienes tenemos la responsabilidad de haber sido elegidos para representar a los ciudadanos, no podemos eludir nuestras obligaciones y convalidar mansamente las medidas del Poder Ejecutivo Nacional y Provincial; medidas que en tiempos “normales” hubiésemos debatido y sometido al diálogo y a la enriquecedora discusión.

Durante las últimas semanas intentaron introducir sigilosamente una serie de medidas que nada tienen que ver con la emergencia. Solapadamente, entre miedos, consejos, clases magistrales, idas y vueltas, liberaron presos de todo tipo, impusieron un virtual desdoblamiento cambiario y Argentina le dio la espalda al Mercosur. Además, en medio de confusas explicaciones y siempre fieles a su doctrina, pretendieron “monitorear” qué se escribe en redes y portales. Socavando así, uno de los cimientos mismos de la democracia, la libertad de expresión.

¿La negociación de la deuda? Si te he visto no me acuerdo. Si bien desde la oposición venimos apoyando la misma a nivel nacional y provincial, no existe información cierta de la estrategia que se quiere seguir. El manto de hermetismo que envuelve al Poder Ejecutivo provincial es absoluto. Ausencia total de mensajes, información o proyectos que – al menos como mínimo gesto institucional – hayan llegado a la Legislatura bonaerense. Estamos dando señales que no tienen recepción. Así no se construyen los consensos.

No se trata solamente de pisarla y encarar. Como en el fútbol, también hay que saber parar la pelota. La agenda pública necesita salir de la vorágine diaria que impone la pandemia. Debemos sentarnos a dialogar, debatir y construir soluciones consensuadas para nuestra Argentina. Ignorar la opinión del otro o llevar adelante acciones sin tener en cuenta otras posiciones no es consenso. No es más que el triste y viejo absolutismo, que creíamos haber logrado superar.

Entonces, la respuesta al título es “Sí, mejor hablar de ciertas cosas”. Hay que hablar de las cosas que nos importan como sociedad, que no pueden ni deben ser tapadas u ocultadas en nombre de un conflicto mayor.

Hoy más que nunca necesitamos diálogo, debate y propuestas de todo el arco político. Ignorar las voces constructivas de la oposición es una necedad, impropia de los grandes estadistas que los tiempos de crisis requieren.

La Provincia y la República lo necesitan.

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