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SOCIEDAD

La segunda casa comunitaria de «Juana Azurduy» ya funciona en barrio Prado Español

Por Virginia González, Concejal MC, Educadora, trabajadora social.

Opinión

El Colectivo “Juana Azurduy” inauguró su segunda casa comunitaria en Oviedo 339, Barrio Prado español

Las propuestas educativas, productivas, culturales, y sociales tendrán un nuevo espacio para desarrollarse, permitiendo ampliar nuestro proyecto comunitario, siempre en articulación con múltiples actores locales, regionales y provinciales.

Y particularmente, queremos destacar la presencia del gobierno provincial, que sostiene sus políticas públicas a favor de nuestras niñeces, adolescencias y juventudes.

Contar con dos instalaciones en diferentes barrios, contribuye en ofrecer a más niños, niñas y adolescentes de nuestra ciudad, un lugar de pertenencia, que se ha transformado en su centro de vida frente a condiciones de mucha complejidad en lo cotidiano, respecto al acceso a derechos universales como la alimentación, la salud integral, la educación, la vivienda digna.

Mediante los proyectos de Casa de Infancias y el Centro Juvenil, brindamos talleres de arte, deporte, escritura creativa, expresión corporal; como también desayuno, almuerzo y merienda de manera diaria, acompañamiento pedagógico, articulación con organismos de salud pública, entre otras propuestas.

Y en el caso de adolescentes y jóvenes, talleres productivos que favorecen aprendizajes socialmente significativos, y se transforman en herramientas de formación para el trabajo.

Construcción colectiva desde hace 14 años. 

Es difícil proponerse dar buenas noticias en este tiempo y contexto, es por ello que vivimos con mucha satisfacción este acontecimiento.

Como militantes políticos/as, soñamos con un mundo más justo, solidario, y decimos en la comunidad de Organizaciones Chicxs del Pueblo, que esa sociedad más justa no es un ideal irrealizable para quienes compartimos destino con las infancias, juventudes, familias y trabajadores/as.

Y no lo es porque de qué manera podría hacerse más palpable un mundo más justo, si no es junto a nuestros pibes y pibas disputando el propio sentido de la vida, que tantas veces se nos ha negado.

Esa es la fórmula secreta. Cuándo nos convocan para compartir ¿y qué es lo comunitario?

En tiempos aciagos, celebramos cada trinchera, desde dónde trazar rumbo para hacer la polis, la sociedad política que tiene una deuda con nuestros pueblos: incluir a las propias representaciones de su comunidad, en la definición del Estado que queremos. No sólo se trata de un Estado presente, también permeable a dejarse trasformar cuando sus respuestas son insuficientes o, peor aún, cuando dan la espalda a los sectores más desprotegidos por no comprenderlos, escucharlos.

“Vivir con vos”.

Las organizaciones comunitarias, no somos un tiempo transicional, mientras la crisis o la opacidad de este tiempo recorren desagradecidamente nuestras vidas.

Somos la primera opción de una porción de la sociedad que elije vivir reivindicando el sentido colectivo de la vida, contra toda lección de los cultores de los valores del capitalismo financiero que nos proponen la vida despojada de humanidad.

Para quienes hacemos el Colectivo “Juana Azurduy” -junto a otras de 400 organizaciones comunitarias de nuestro país-, es sustancial situar nuestro pensamiento político, rebelarnos contra la idea de intervenciones que plantean “bajar al territorio”, para expresar que allí vivimos, porque habitamos el barrio, compartimos la vida en ese territorio, elaboramos juntos las respuestas a los problemas que aquejan nuestro tiempo histórico.

Unir creencias, territorio, amor a las causas del pueblo es nuestro mayor compromiso hacia la construcción política que hoy estamos expresando. Necesitamos resinificar por estos mismos motivos, nuestra relación con un Estado, que debemos seguir pensando, disputando, discutiendo.

Si las burocracias del Estado son la excusa de las derechas para atentar contra su historia y su obra, en esta tarea también está nuestra la esperanza.

Educación popular

La corriente pedagógica de la educación popular, sobre la que sostenemos nuestras categorías políticas y nuestro método, no se afianza sobre el cálculo clásico del progresismo y del liberalismo que no ve más opciones que el análisis crítico de nuestra realidad, en cambio, -como lo precisaba Evita en su práctica política y social- la educación popular se posiciona en la potencia, en aquello que es posible desplegar, sobre la certeza de que puede ser germinado.

Esa potencia requiere del protagonismo popular. Nuestro pensamiento, nuestra vida y nuestra acción política parten del mismo lugar. El sentido comunitario de la vida es la expresión más noble del sentido común.

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